lunes, 31 de julio de 2017

El arte de escuchar - Jiddu Krishnamurti



"... Krishnamurti: Mire, ese es su significado. Uno siempre escucha con el conocimiento, ve a través del conocimiento.

Anderson: Es como ver a través de un cristal oscuro.

Krishnamurti: Oscuro. Así, ¿existe un escuchar desde el silencio? Eso es atención. Y eso no depende del tiempo, porque en ese silencio uno no quiere nada. No se trata de aprender de mí mismo, no se trata de castigo o recompensa; es escuchar desde ese absoluto silencio.

Anderson: Lo sorprendente de todo eso es que no es algo que se hace, esa meditación, de forma sucesiva.

Krishnamurti: Señor, cuando hablamos de meditación, debemos profundizar mucho, porque han destruido esa palabra. Estos mezquinos hombres que vienen de la India o de cualquier otro lugar lo han destruido.

Anderson: El otro día me hablaron de alguien que estaba aprendiendo meditación trascendental.

Krishnamurti: ¡Oh, aprendiendo!

Anderson: Tenía que meditar a las 3 de la tarde.

Krishnamurti: Pagando 35 o 100 dólares para aprender eso. Es un sacrilegio.

Anderson: Cada tarde a las 3 era el día del juicio final. Si no lo hacía según lo establecido, entonces el mundo obviamente terminaría. Pero, según parece, uno lo hace para liberarse de eso. Por favor, siga adelante.

Krishnamurti: Ve, señor, eso es lo que sucede. Esta mañana empezamos hablando de la belleza, luego de la pasión, del sufrimiento y de la acción. La acción que se basa en una idea es inacción. Parece monstruoso, pero es así. Y, a partir de ahí, vimos qué son el ver y el escuchar. El ver y el escuchar se han vuelto mecánicos; nunca vemos nada nuevo, ni siquiera esa flor es nueva, aquella que se ha abierto durante la noche. Decimos: « Sí, es una rosa, la estaba esperando, ha salido ahora, qué hermosa es ». Siempre vamos de lo conocido a lo conocido, en un movimiento del tiempo; por tanto, atado al tiempo, nunca libre. Pero, aun así, hablamos de libertad, de filosofía, damos conferencias sobre la libertad, etc. Los comunistas dicen que es una cosa de burgueses, y lo es en ese sentido; cuando la limitamos al conocimiento, es una tontería hablar de libertad. Sin embargo, la libertad existe cuando uno comprende todo el movimiento del conocimiento. Así, ¿puede uno observar desde el silencio, y observar y actuar en el campo del conocimiento, de modo que funcionen juntos y en armonía?

Anderson: El ver entonces no es algo programado. Sí, desde luego, desde luego. Justo estaba pensando... Supongo que diría que la definición clásica de la libertad, en términos de la carrera del conocimiento, sería que es una propiedad o una cualidad de la acción. Por lo general, cualquier palabra valdría, propiedad o cualidad. Y se me ocurre que, en el contexto de lo que estamos diciendo, ¡qué horror que uno pueda leer esta afirmación y no permita que se muestre a sí misma!

Krishnamurti: Correcto.

Anderson: Si se mostrara ante uno, uno estaría contra las cuerdas; tendría que ser muy serio. Si fuera un estudiante de filosofía y leyera eso, y esa cosa empezara a operar en uno, diría: « Debo aclarar esto antes de proseguir. Tal vez no me licencie nunca; eso no es importante ».

Krishnamurti: No es importante, exacto. Estaba pensando que, tanto en Oriente como en Occidente, uno debe ir a la fábrica o a la oficina todos los días de su vida. Levantarse a las 6 o a las 8, caminar, conducir, trabajar, trabajar, trabajar durante 50 años, la rutina, y ser maltratado, insultado, adorar el éxito. Repetir de nuevo lo mismo, y de vez en cuando hablar de Dios, si es conveniente, etc., etc. Es una vida monstruosa, y educamos a nuestros hijos para eso.

Anderson: Realmente es estar muerto en vida.

Krishnamurti: Y nadie dice: « ¡Por el amor de Dios! Miremos todo esto con nuevos ojos. Limpiemos nuestros ojos del pasado y miremos lo que estamos haciendo; prestemos atención a lo que hacemos ».

Anderson: En vez de eso preguntamos: ¿qué podemos hacer? Sí, esa es la cuestión. Lo cual se convierte en la siguiente cosa y la añadimos a la lista.

Krishnamurti: Es una continuidad del pasado, con otra forma.

Anderson: Y la cadena es interminable, eslabón tras eslabón.

Krishnamurti: La causa se convierte en el efecto y el efecto en la causa. Hablar de todo esto es algo muy serio, porque la vida se vuelve terriblemente seria. Y solo las personas serias viven, no esas personas que buscan entretenimiento, ya sea religioso o cualquier otro.

Anderson: Tuve la oportunidad de comprender lo que dice ayer, en clase. Trataba de que los estudiantes vieran que el clásico entendimiento de las cuatro causas que operan es que están relacionadas sin tiempo. Dije que, cuando el alfarero pone sus manos en la arcilla, la mano que toca la arcilla no obtiene una respuesta de la arcilla después de que la mano la haya tocado. Y a una persona que visitaba la clase, una persona muy culta, un profesor, eso le sorprendió mucho; por la expresión de su rostro pude ver que tenía cierta duda, de modo que dije: « Bien, capto que hay cierta duda en el aire; ¿cuál es la dificultad? Parece que hay un intervalo de tiempo ». Así que le pedí que levantara una cosa de la mesa; le dije: « Tóquela con el dedo y dígame en el momento de tocarla con el dedo si esa cosa reacciona al dedo después de que el dedo la toque. Hágalo ahora ». Bueno, incluso pedirle a alguien que haga una prueba práctica como esa, en relación con un dato del conocimiento como son estas cuatro causas, interrumpe el proceso educativo tal como lo conocemos, porque uno enseña al estudiante estas cuatro causas y él piensa en ellas; nunca sale y mira las cosas o hace algo al respecto. Así, estuvimos tocando cosas en clase, y lo hicimos hasta que, al final, parecía una revelación. « Mire », se dice en la enseñanza clásica de eso, que, por supuesto, se rechaza en la sociedad moderna; eso es lo que sucede. Y dije: « Tenemos que ver y observar eso ». Es lo que usted dice.

Krishnamurti: Sí, señor. Ver, por supuesto.

Anderson: Por supuesto, por supuesto. Pero, regresando un paso atrás, ¿por qué esa persona y muchos otros estudiantes se sintieron angustiados cuando llegamos al punto en el que surgió el tema práctico? Supongo que se sentían frente a un precipicio.

Krishnamurti: Correcto, correcto.

Anderson: Donde naturalmente se necesitaba atención. Pero esa atención registra que estamos frente a un precipicio; por tanto, lo mejor es darse la vuelta y regresar corriendo. Sí, sí.

Krishnamurti: Señor, mire, creo que estamos atrapados en las palabras. Para mí, la palabra no es la cosa, la descripción no es lo descrito. Para nosotros la descripción es todo lo que importa, porque somos esclavos de las palabras.

Anderson: Y del ritual.

Krishnamurti: Del ritual y de todo el resto. Por eso cuando uno dice: « Las cosas importan más que las palabras », ellos responden: « ¿Cómo deshacernos de las palabras, cómo comunicarnos sin palabras? ». ¿Se da cuenta de cómo se evaden? No se interesan en la cosa, sino en la palabra.

Anderson
: Sí.

Krishnamurti: La puerta no es la palabra. Cuando estamos atrapados en las palabras, la palabra « puerta » cobra enorme importancia y no la puerta en sí misma.

Anderson: En realidad no necesito entrar en contacto con la puerta, me digo a mí mismo, porque tengo la palabra; con eso es suficiente.

Krishnamurti: Eso es lo que hace la educación. Gran parte de la educación es aceptar palabras como una abstracción del hecho, de « lo que es ». Todas las filosofías se basan en eso: teorizar, teorizar, teorizar constantemente sobre cómo uno debe vivir. Pero el propio filósofo no sabe vivir.

Anderson: Sí, lo sé.

Krishnamurti: Eso se ve en todo.

Anderson: En especial, algunos filósofos me han parecido muy excéntricos a este respecto. De vez en cuando les pregunto a mis colegas: « Si creen en estas cosas, ¿por qué no lo hacen? ». Y me miran como si estuviera loco, como si nadie formulara seriamente esa pregunta.

Krishnamurti: Sí.

Anderson: Pero si uno no puede preguntarlo, ¿qué pregunta tiene sentido?

Krishnamurti: Exacto.

Anderson: Pensaba en esa maravillosa historia que contó en nuestro diálogo anterior acerca de una mona. Según contó, ella le estrechó la mano; nadie le había enseñado a estrechar manos.

Krishnamurti: No, extendió la mano.

Anderson: Sí.

Krishnamurti
: Y yo la estreché.

Anderson
: No era algo que le habían enseñado mediante una comunicación verbal; era lo apropiado en ese momento.

Krishnamurti: En ese momento, sí.

Anderson: Sin que nadie valorara si era apropiado.

Krishnamurti: Exacto.

Anderson: ¿No es eso fenomenal? Sí; no sabe lo agradecido que estoy de poder compartir todo esto con usted. Tiene relación con mi propio trabajo como profesor, donde debo mejorar incluso el uso de mi lenguaje.

Krishnamurti: Desde luego, desde luego.

Anderson
: No puedo dar al estudiante la oportunidad de que piense que simplemente añado eslabones a la cadena, eslabón tras eslabón. Hay dos terapias aquí: la que tiene relación con las palabras y la que surge naturalmente. No es un truco; surge naturalmente, si le he entendido bien, de la terapia de lo interno. Ahora bien, eso se relaciona, tal como usted dijo antes, con la meditación. ¿Estamos preparados, cree usted...?

Krishnamurti: Creo que es muy complicado.

Anderson: No digo hacerlo ahora; tal vez en uno de los próximos diálogos.

Krishnamurti
: Oh, sí, debemos hablar de muchas cosas.

Anderson: Sí.

Krishnamurti: De qué es el amor, la muerte, la meditación, qué es todo el movimiento del vivir. Tenemos mucho por hacer.

Anderson: Oh, lo espero con ansia. Espléndido. De acuerdo...".


Décima Conversación con Dr. Allan W. Anderson

Lunes 18 de Febrero de 1974


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